sábado, 26 de mayo de 2012

Biografía JOHN DEWEY


John Dewey (1859-1952) nació en la ciudad de Burlington, Estado de Ver­mont, en la región rural de Nueva Inglaterra, en Estados Unidos, el mismo año en que Carlos Darwin publicó su Origen de las especies y Carlos Marx la Crítica de la Economía Política. Vermont hace un siglo era aún en buena parte una sociedad de tipo fronterizo, cuya relativamente poca población se dedi­caba en lo básico a la agricultura. Incluso en las pequeñas ciudades provin­cianas había una estrecha conexión con la campiña, y las tareas cotidianas de la mayor parte de la gente la ponía en íntima relación con los procesos de producción basados en las actividades caseras; vida que contrastaba fuerte­mente con la de los grandes complejos urbanos que iban apareciendo en las regiones industriales del país. Este marco de sociedad  hogareña ejercería siempre fuerte influencia en Dewey, aunque quizá inconscientemente. A su tiempo, Dewey pasó de la escuela a la Universidad de Vhmont, que estaba a media manzana de su casa, donde estudió filosofía con el fin de obtener el grado de licenciado en Letras. Una vez graduado en Vermont trabajó brevemente en diversas cosas, de manera principal en la enseñanza, y luego se matriculó en la Universidad Johns Hopkins, de Baltimore, en el Estado de Maryland. Se trataba de un aspecto del todo nuevo en la educación norteamericana, porque la Universidad Johns Hopkins, fundada en 1874 a petición de un quákero del lugar, era del todo una escuela de postgrado, cuyo fin era sustituirse en foco de cultura superior en el propio Estados Unidos, en vez de que lo fuera Alemania, a donde debían acudir los americanos que buscaban grados y títulos más avanzados. La intención expresa del presidente de la fundación, Daniel Coit Gilman, fue incluir una “Facultad de Filosofía”; y hasta en este empleó el término alemán, que contrastaba con el usual en Norteamérica de Facultad de Artes. Tras su especialización en 1884, Dewey fue de las primeras personas que obtuvo el título del doctorado completamente en Norteamérica. También aquí sus estudios fueron de filosofía, que durante todo ese periodo estaba dominada por la escuela alemana de pensamiento.


En el siglo XIX hubo intensísimo interés por la antigüedad clásica —fue la época de las grandes expediciones arqueológicas a Grecia, Italia y el antiguo Oriente (lo que es hoy Medio Oriente— comparable a la ola de entusiasmo por todo lo clásico que quedó plasmada en mucho de la arquitectura del siglo, y por lo mismo también en la educación. Hubo además otro resurgimiento de los estudios clásicos (tras los del Renacimiento y de la Reforma): el griego y el latín dominaban los planes de estudio, hasta el grado de que la mayor parte de las universidades europeas y norteamericanas los exigían como requisito de ingreso y con frecuencia constituían asignaturas obligatorias para obtener el título de bachiller, grado que a la vez era prerrequisito para otros títulos. Fue también este clima intelectual el que condujo, por otra parte, a un resur­gimiento en Alemania de la filosofía griega, con una modalidad platónica e idealista, que recibió su exposición más principal en las enseñanzas de George Wilhelm Friedrich Hegel (1770—1831), de manera importante en la Universidad de Berlín, entre 1818 y la muerte de éste. Es una filosofía difícil de explicar en breve espacio, pero sus principios generales se derivan de la tesis metafísica de la prioridad del Ser puro (donde se manifiesta la afinidad con la idea del Bien de Platón) sobre la existencia física; pero con la nueva noción de que ese Ser no es algo estático sino que continuamente se va desenvolviendo, mediante un proceso dialéctico, hasta alcanzar estadios siempre superiores. Esa filosofía servía de explicación del progreso de la civilización por la unidad del Estado, y sostenía que el apogeo y decadencia de los Estados se debía a la operación de una dialéctica histórica inevitable. Esta filosofía hegeliana conocida como idealismo absoluto y que se fundaba en la obra monumental anterior de Ernmanuel Kant, dominó el pensamiento decimonónico, de manera particular en religión. En Inglaterra fue propugnada principalmente por F. H. Bradley, y en Norteamérica por cierto número de pensadores, entre los que resaltó especialmente Josiah Royce. Uno de los resultados de mayor influencia que tuvo esta teoría fue la asimilación de la misma a la visión histórica en Carlos Marx.

El propio Dewey tuvo que estudiar esta filosofía para su doctorado, e influyó profundamente en su pensamiento, aunque luego intentó erradicarla. En efecto, durante sus primeros años de docencia, entre 1884 y 1994, primero en la Universidad de Michigan y luego en la de Minesota, tal fue el contenido general de los cursos que daba. En 1894 aceptó una invitación para enseñar como profesor de filosofía en la Universidad de Chicago, cargo que aceptó a condición de que pudiera disertar también sobre pedagogía: el arte y ciencia de la enseñanza. Durante los diez años siguientes dirigió el estudio de la educación de Chicago, y en 1904 pasó al Teachers College, de la Universidad de Columbia, de Nueva York, donde permaneció hasta su jubilación en 1930. Durante los siguientes veintidós años continuó activo en la educación y ejerció profunda influencia hasta su muerte.


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